Estudio de casos: Dolor de rodilla
Os presento el caso de una mujer de 46 años que acude a consulta porque presenta desde hace dos años dolores en la rodilla izquierda.
En primer lugar me gustaría aclarar que no se puede generalizar con los casos y los síntomas, ya que cada persona puede vivir los conflictos emocionales de una forma determinada. Además no podemos caer en la trampa de hacer relaciones causa-efecto, ya que podríamos perdernos mucha información en el proceso. Por lo que hay que analizar cada caso en particular para ver cómo el inconsciente de la persona a través de los símbolos intenta comunicarse con nuestra parte más consciente. Dicha esta aclaración, procedemos con el estudio del caso.
Dolor de rodilla en mujer de 46 años
Para comenzar buscamos el ambiente emocional que ella está viviendo a los 44 años para ver si encontramos algún estrés, justo antes de la aparición de los síntomas.
Con 44 años vive con su hijo adolescente y un perro desde hace tres años, es soltera y trabaja en el sector jurídico desde los 37 años. Tiene una pareja desde los 40 años. Me comenta que en ese momento está terminando esa relación. Además me cuenta que está empezando a entrenar de forma más seria para hacer carreras deportivas.
Aquí ya podemos observar que ella puede tener algún estrés al decir “estoy terminando la relación”. Las relaciones están o no están, pero cuando “se está terminando” muestra algún tipo de incoherencia o resistencias al cambio.
– ¿Cuál es el estrés con tu pareja a los 44 años?
– Llevo un año intentando terminar la relación, pero no puedo. Ya no quiero estar con él, pero sí quiero estar con él.
Es una incoherencia en toda regla. Ya hemos encontrado el estrés que puede estar relacionado con su motivo de consulta – Acontecimiento Vital Estresante – además de que cuadra con la cronología del síntoma y también nos puede encajar con el simbolismo de dolor de rodilla.
La rodilla es una parte de nuestro cuerpo que nos facilita el movimiento, ir de aquí para allá, tener una dirección en nuestras vidas (tanto real como simbólica), y en algunas ocasiones también puede tener un contexto de sumisión ante alguna situación determinada (me arrodillo, me someto).
Me comenta que en el último año hay discusiones, insultos y que él deja la relación. Cuando esto ocurre ella se siente vacía sin él, nota la ausencia del hombre y se pone a entrenar para prepararse carreras de forma más profesional (para cubrir ese vacío emocional).
Aunque han dejado la relación se siguen viendo cada 15 días, no tiene claro lo que quiere: “Ya no quiero estar con él, pero sí quiero estar con él”, afirma.
Ahí es cuando se lesiona de la rodilla.
Al año, con 45 años, empieza una relación con un hombre casado durante un año. Comenta que es un año intenso y que finalmente lo deja porque “no quiere ser la otra”. Aunque al poco vuelven a estar juntos 6 meses más, esta vez pasan menos tiempo juntos, solo para tener sexo y se ven a escondidas. “Sigo siendo la amante. Necesito sentir que le importo a un hombre, me he acercado otra vez”.
Trabajamos ese sentimiento de soledad que experimenta al vivir estas experiencias con los hombres, y me cuenta que le resuena cuando su mamá se quedó viuda con 40 años. Ella tenía 13 años, tenía una muy buena relación con su papá, era la niña de sus ojos, y entonces sintió que se quedaba sola.
Me confiesa entre llantos que le viene a la mente una frase de papá cuando estaban los dos juntos y le decía: “Yo voy a ser el único hombre de tu vida”.
En el momento en que su papá falleció, esa niña de 13 años se dijo a sí misma que no habrían otros hombres en su vida, que no podría pasar otra vez por ese dolor de perder al hombre que quería.
Cuando ella tomó consciencia de las palabras que le dijo su papá en su infancia y posteriormente el dolor que sintió con su pérdida, comprendió las experiencias de vida que ha tenido con los hombres.
Ahora comprende por qué con 30 años deja una relación de pareja de dos años por no querer comprometerse y preferir estar con otros hombres, las relaciones que se han repetido en las que no ha buscado comprometerse, o ha encontrado hombres que ya tenían un compromiso.
Ella ahora puede decidir el tipo de vida que quiere tener con ella misma y con las relaciones de pareja. Puede decidir lo que quiera porque su percepción sobre las relaciones y los hombres ha cambiado.
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Javier Badía – Acompañante en Bioneuroemoción® – Máster en PNL – Hipnosis – Coaching